POLVO DE ESTRELLAS II FELICIDADES CARLOS POR SAUL RAMOS

Cuando leemos el nombre de Carlos Santana, inmediatamente nos trasladamos a las epocas de la verdadera musica de rock and soul en donde los musicos eran de primer nivel; no obstante para el buen Carlos, el paso del tiempo es como el de los buenos vinos, cada vez mejor.

El oriendo de Jalisco, Mexico, acaba de cumplir 77 años de edad pero musicalmente sigue siendo un fuera de serie y completamente reconocido a nivel internacional y donde quiera que se presenta es la seguridad de ver un buen espectaculos.

La vida de Carlos musicalmente hablando ha sido larga pues su lanzamiento ocurrio por alla en el 1969, cuando participó en el inolvidable festival de Woodstock, compartiendo escenario con leyendas como Jimi Hendrix, Janis Joplin, Joan Baez y The Who, entre otros, pero en esa ocasion, el guitarrista fue el exito inesperado del festival.

Actualmente es reconocido como uno de los guitarristas mas extraordinarios de la historia musical y desde hace varios años se le ha relacionado con situacione y conexiones espirituales gracias a su música.

Dice ser un gran creyente religioso, pero lo que es una realidad es que a lo largo de su vida musical, no se la ha conocido ningun escándalo que ponga en tela de juicio su vida por lo cual es reconocido como una persona integra.

Sombrero Icónico

Carlos Santana es conocido por su distintivo sombrero, que se ha convertido en parte de su imagen tanto en el escenario como fuera de él. Cada sombrero es una pieza única y muchas veces hecha a mano, reflejando su estilo personal y su conexión con sus raíces mexicanas.

Carlos Santana es conocido como una «autoridad» en la guitarra, pero lo mas soprendente es que nadie le enseñó a tocar la guitarra, siempre tuvo la capacidad para copiar los temas que escuchaba y su constancia lo tiene colocado en el lugar en que se encuentra. Asi que felicidades para Carlitos a sus 77 años de edad ?no le parece?

LA DEBILIDAD

¡Los creyentes amamos servir a Dios! No hay duda de que servir a nuestro Dios hace evidente que amamos a Cristo, seguimos Su ejemplo y nos esforzamos por serle fieles cumpliendo el propósito para el cual hemos sido llamados (Ef 2:10).

Como pastor he tenido la oportunidad de escuchar a muchos cristianos que desean servir a Dios con un corazón sincero dentro o fuera de la iglesia, quienes me cuentan sus sueños y deseos de una vida de servicio a Cristo. La historia de todos ellos tiene un mismo comienzo y, si permanecen fieles a Cristo, tendrá un mismo final: será manifiesto el poder de Dios en medio de su debilidad.

Dios teje las historias de Sus siervos para que atraviesen el valle donde su debilidad se hace evidente y entonces ingresen a la plataforma de la gracia de Dios para una verdadera vida de servicio a Él. La manifestación del poder de Dios para ser perfeccionados comienza con nuestra incapacidad para servirle.

El poder de Dios en nuestra debilidad

El apóstol Pablo es uno de mis ejemplos favoritos de sufrimiento y debilidad. Él dijo: «Y Él [Jesús] me ha dicho: “Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad”. Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí» (2 Co 12:9). Este suele ser el verso clásico para abordar el tema de nuestra debilidad al servir al Señor, pero ¿qué quiso decir Pablo en esta cita?

La palabra debilidad nos habla de «incapacidad». Así que, cuando el apóstol Pablo dice que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad, entiendo que nuestra incapacidad es una oportunidad que Dios usa para perfeccionarnos a la imagen de Cristo y formar Su carácter en nosotros para servirle.

¿Quién desea tratar con personas incapaces? O, ¿quién tendría un anuncio que dijera: «Se requieren servidores incapaces»? Este mundo está lleno de exigencias de alta capacidad para llevar a cabo los planes y objetivos de este siglo. Pero los cristianos servimos a Dios desde nuestra debilidad, porque nuestra incapacidad es el campo fértil donde Dios siembra en nosotros, con Su poder, aquello para lo cual nos creó, y que usará para Su gloria y el bien de la iglesia local.

Sirvamos “gustosamente” desde nuestra debilidad

Hace algunos años, atravesé un tiempo de espera bastante largo, donde veía pasar los días y las horas de mi vida, las cuales parecían diluirse en mi desesperación. En medio de esta situación, entendí una verdad que cambió mi manera de pensar: Dios quiere que le sirvamos como Él lo desea y no como nosotros lo hemos soñado.

Aprender esto ha sido un motor en mi vida de servicio a Dios para aceptar Sus condiciones para servirle. Además, siempre regreso a esta otra verdad: en medio de mi debilidad, Él hará todo lo que ya planeó soberanamente.

De hecho, Pablo hace una afirmación impresionante: «Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí» (2 Co 12:9b, énfasis añadido). Para todos los que servimos al Señor, y para quienes vendrán a hacerlo, este verso nos da una condición y un resultado.

La condición es que de buena gana —es decir, gustosamente— aceptemos nuestras debilidades. Así, en el terreno de nuestra incapacidad, Dios mostrará toda Su capacidad en nosotros. De esa forma el poder de Cristo estará sobre nosotros; y ese es el resultado.

Con esto en mente, quisiera terminar esta reflexión con tres consejos:

1. Acepta tus limitaciones.

Cuando trato de señalar alguna limitación dentro del equipo de servidores o de un miembro de mi iglesia local, me he encontrado con respuestas como: «Pero sí puedo, pastor, esto no es como lo piensas» o «Pero yo creo que debemos mantener esto así, no veo que sea bueno cambiarlo». Noto que nos cuesta aceptar nuestras limitaciones.

En nuestro gran deseo de servir a Dios, solemos olvidar que Dios se glorifica en medio de la debilidad. Él hace miles de cosas que nosotros desconocemos y aceptar nuestras limitaciones permite que nuestro servicio sea hecho mediante Su poder. Podemos aceptar ser débiles porque Cristo es fuerte y porque sabemos que Su gloria luce más grande en quienes somos incapaces.

Cuando aceptamos nuestros límites, crecemos en unidad con nuestros hermanos y podemos aceptar su ayuda, pues no la vemos como una amenaza, sino como una bendición. Aceptar la debilidad nos libera de la ansiedad por hacer y hacer. Además, nos recuerda que Dios nos ama no por nuestras obras, sino por Su gracia.

2. Esfuérzate en tu debilidad.

Esto es fundamental, pero a la vez suena extraño. ¿Cómo me esfuerzo en no esforzarme en mis propias fuerzas? Pablo dijo que Dios «nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según Su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad» (2 Ti 1:9, énfasis añadido).

Nos esforzamos en servir a Dios sabiendo que nos salvó, nos llamó según Su propósito y que hemos recibido Su gracia antes de que siquiera deseáramos servirle. Eso nos impulsa a servirle confiando en Su gracia y no en nuestra autodeterminación.

3. Recuerda Su elección en medio de tu debilidad.

Muchas veces servimos a Dios en medio del desánimo, en tiempos de tristeza y durante largos periodos de luto, mientras Él transforma nuestra vida.

Sin embargo, nuestra alegría al servir a Dios no reside en nuestra habilidad, sino en Su propia aprobación, según la cual nos eligió en Cristo. ¡Qué alegría! La elección de Dios es más gloriosa al saber que Él ha elegido a hombres y a mujeres débiles, en quienes no hay mérito propio. En esto veo cómo la elección divina actúa junto con nuestra debilidad para desactivar nuestra autosuficiencia (2 Ti 1:9).

Algunas veces no vemos cómo Dios usa Su poder en nuestra debilidad. Estamos tan abrumados o distraídos por las pruebas que el Señor está permitiendo que atravesemos en Su soberanía que rápidamente creemos que no es posible seguir el camino de servicio al que Él nos llama. Pero ese es el mejor momento para recordarnos que Él nos eligió débiles y que el poder de la fuerza de nuestro amado Jesús actúa a nuestro favor y para Su gloria. Tomado de Coalición por el Evangelio.

Alex Díaz es esposo de Ana Laura desde hace 23 años; juntos criaron dos hijos, Fernando, quien trabaja para el sector privado, y Elías, quien ahora está con el Señor desde sus 17 años.

UN ESPACIO PARA LA REFLEXION: La integridad de los rectos los encaminará;

Pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos…Y hasta la proxima…